Piden regular el oficio del tatuaje

Comenzando con la necesidad de regularizar el oficio, el tatuador hidalguense Damael Valdez afirmó que el arte del tatuaje ha crecido considerablemente en los últimos años en Pachuca, pero no siempre bajo las mejores condiciones.

“Hoy en día cualquiera puede comprar una máquina y decir que es tatuador, pero para hacerlo de forma profesional se necesitan permisos, experiencia y un lugar adaptado para trabajar de la mejor manera”, explicó.

Con 19 años de trayectoria, Damael ha sido testigo de cómo esta disciplina pasó de ser una práctica poco aceptada a convertirse en un medio de expresión y emprendimiento.

Sin embargo, advirtió que la falta de regulación ha permitido que proliferen estudios sin controles sanitarios ni formación artística. “La Secretaría de Salud nos pide un certificado avalado para ser tatuadores profesionales, pero muchos lugares operan sin cumplir los requisitos”, lamentó.

Dijo que esta situación no solo afecta la calidad del trabajo, sino también la reputación de quienes hicieron del tatuaje una carrera formal. “Hay quienes cobran muy barato, pero no tienen conocimientos de higiene ni de técnica, y eso hace que muchos clientes se arriesguen sin saberlo. A veces los tatuadores profesionales bajamos nuestro trabajo por competencia desleal”, comentó.

Su historia comenzó cuando acompañaba a su hermano mayor a tatuarse: “Me gustaba todo el ambiente, el orden y el arte en exceso que se respiraba en esos lugares”, recordó. Más tarde, decidió aprender en uno de los estudios más reconocidos de Pachuca, donde la exigencia era máxima: “No me dejaban practicar con amigos o personas hasta que dominara el dibujo que iba a hacer”.

Para Damael, lo que más le atrae de este oficio es la libertad creativa que ofrece: “Es de las únicas artes que respeta tus ideas; tú puedes hacer lo que gustes, cuando gustes, con quien gustes”. Esa autonomía artística, dice, es también una de las razones por las que tantos jóvenes se han interesado en aprender.

El tatuador cuenta que al inicio era difícil encontrar formas de práctica: “No había piel sintética, tenías que usar fruta o practicar con tus amigos”. Hoy, el acceso a materiales y cursos en línea ha facilitado que más personas se aventuren a tatuar, aunque no siempre con la preparación adecuada.

“Ha crecido mucho el número de tatuadores porque los distribuidores venden material sin verificar si la persona es profesional o no. Solo venden y ya está al alcance de cualquiera”, señaló. Por ello, considera indispensable que se impulsen certificaciones, inspecciones y capacitaciones formales que garanticen el ejercicio seguro y ético del tatuaje.

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